La fuente de todo bien es la confianza en Dios, sumisión a Su mandato y complacencia con Su santa voluntad y agrado.
La esencia de la sabiduría es el temor a Dios, terror a Su azote y castigo, y aceptación de Su justicia y decreto.
La esencia de la religión es atestiguar lo que el Señor ha revelado, y seguir lo que Él ha ordenado en Su poderoso Libro.
La fuente de toda gloria es aceptar todo aquello que el Señor ha conferido y contentarse con lo que Dios ha ordenado.
La esencia del amor es que el hombre dirija su corazón hacia el Amado, y se desprenda de todo menos de Él, y no anhele nada que no sea el deseo de su Señor.
El verdadero recuerdo es hacer mención del Señor, el Todo Alabado y olvidar todo lo que no sea Él.
La verdadera confianza es que el siervo ejerza su profesión y vocación en este mundo, se aferre al Señor y no busque nada salvo Su favor, puesto que en Sus manos está el destino de todos Sus siervos.
La esencia del desprendimiento es que el hombre dirija el rostro hacia las cortes del Señor, entre en Su Presencia, contemple Su Semblante y presente testimonio ante Él.
La esencia del entendimiento es atestiguar nuestra propia pobreza y someternos a la Voluntad del Señor, el Soberano, el Benévolo, el Todopoderoso.
La fuente del valor y del poder es la promoción de la Palabra de Dios y la constancia en Su Amor.
La esencia de la caridad es para el siervo expresar las bendiciones de su Señor y darle gracias en todo momento y bajo todas las circunstancias.
La esencia de la fe es la escasez de palabras y la abundancia de hechos; aquel cuyas palabras exceden a sus hechos, sabed en verdad que su muerte es mejor que su vida.
La esencia de la verdadera seguridad es guardar silencio, mirar el fin de las cosas y renunciar al mundo.
La magnanimidad comienza cuando el hombre gasta su fortuna en sí mismo, en su familia y en los pobres entre los hermanos de su Fe.
La esencia de la riqueza es el amor a Mí; aquel que Me ama es el poseedor de todas las cosas y aquel que no Me ama es, en verdad, de los pobres e indigentes. Esto es lo que el Dedo de Gloria y Esplendor ha revelado.
La fuente de toda maldad es que el hombre se aleje de su Señor y ponga su corazón en cosas profanas.
El fuego más ardiente es cuestionar los signos de Dios, disentir en vano de lo que Él ha revelado, negarle y mostrarse orgulloso ante Él.
La fuente de toda erudición es el conocimiento de Dios, exaltada sea Su Gloria, y ello no puede ser alcanzado sino por el conocimiento de Su Divina Manifestación.
La esencia de la bajeza es abandonar el amparo del Misericordioso y buscar el abrigo del Malvado.
La fuente del error es no creer en el _nico Dios verdadero, confiar en lo que no sea Él y huir de Su Decreto.
Verdadera pérdida es la de aquel que ha pasado sus días en extrema ignorancia de su propio yo.
La esencia de todo lo que hemos revelado para ti es la Justicia, que el hombre se libere de la ociosa fantasía y la imitación, discierna con el ojo de la unicidad Su gloriosa obra e investigue todas las cosas con ojo escrutador.
De este modo te hemos instruido y te hemos manifestado Palabras de Sabiduría, para que estés agradecido con el Señor, tu Dios, y te gloríes de ello entre todos los pueblos.
"Incumbe a todos observar los santos mandamientos de Dios, puesto que son el manantial de vida para el mundo. El cielo de la divina sabiduría es iluminado por las dos luminarias de la consulta y la compasión y el dosel del orden mundial descansa sobre los dos pilares de la recompensa y el castigo".
"¡Oh pueblo de Bahá! Cada una de las ordenanzas que hemos revelado es una firme fortaleza para la protección del mundo de la existencia. Verdaderamente, este Agraviado no desea nada sino vuestra seguridad y elevación".
"Las ordenanzas de Dios han sido enviadas desde el cielo de Su muy augusta Revelación. Todos deben observarlas diligentemente. La distinción suprema del hombre, su verdadero progreso, su victoria final, siempre han dependido y continuarán dependiendo de ellas. Quien guarde los mandamientos de Dios alcanzará la felicidad eterna".
"Pesa una doble responsabilidad sobre el que ha reconocido el Sol de la Unidad de Dios y ha admitido la verdad de Aquel que es la Manifestación de Su unicidad. La primera es constancia en Su amor: una constancia tal que ni el clamor del enemigo ni las vanas pretensiones de los simuladores puedan impedirle adherirse a Aquel que es la Eterna Verdad; una constancia que no los tenga en cuenta para nada. La segunda obligación es observancia estricta de las leyes que Él ha prescrito: leyes que Él siempre ha ordenado y continuará ordenando para los hombres, y mediante las cuales se distingue y separa la verdad de la falsedad".
"Cuando el Sol de la Sabiduría apareció en el Horizonte de la Santa Dispensación de Dios, proclamó estas gloriosísimas palabras: Quienes poseen riqueza y están investidos de autoridad deben mostrar el máximo respeto por la religión. En verdad, la religión es una luz radiante y una fortaleza inexpugnable para la protección y el bienestar de los pueblos del mundo, ya que el temor a Dios induce al hombre a sujetarse a lo que es bueno y rehuir todo lo malo. Si se oscureciere la lámpara de la religión, se seguirán el caos y la confusión, y cesarán de brillar las luces de la equidad y la justicia, de la tranquilidad y la paz. De esto dará testimonio todo hombre de entendimiento".
"El propósito del único Dios verdadero, exaltada sea Su gloria, al revelarse a los hombres, es poner al descubierto las gemas que se hallan ocultas en la mina de su verdadero e íntimo ser. El que nunca se permita a las diversas comuniones de la tierra y a los múltiples sistemas de creencias religiosas fomentar sentimiento de animosidad entre los hombres es en este Día parte esencial de la Fe de Dios y Su Religión".
"La religión es verdaderamente el instrumento principal para el establecimiento del orden en el mundo y de la tranquilidad entre sus pueblos. El debilitamiento de los pilares de la religión ha fortalecido a los necios, los ha envalentonado y los ha hecho más arrogantes. Verdaderamente digo: Cuanto más declina la religión, tanto más grave es la desobediencia de los impíos. Esto al final sólo puede conducir al caos y la confusión. ¡Oídme, oh hombres perspicaces, y que os sirva de advertencia a los que estáis dotados de entendimiento!".
"El propósito de la religión, revelado desde el cielo de la santa Voluntad de Dios, es establecer la unidad y concordia entre los pueblos del mundo; no la convirtáis en la causa de disensión y lucha. La religión de Dios y Su divina ley son los instrumentos más eficaces y los más seguros de todos los medios para que aparezca la luz de la unidad entre los hombres. El progreso del mundo, el desarrollo de las naciones, la tranquilidad de los pueblos y la paz de todos los que habitan en la tierra, están entre los principios y ordenanzas de Dios. La religión le confiere al hombre el más precioso de todos los dones, le ofrece la copa de la prosperidad, le concede la vida eterna y derrama beneficios imperecederos sobre la humanidad. Incumbe a los jefes y gobernantes del mundo, y en particular a los Fideicomisarios de la Casa de Justicia de Dios, esforzarse todo lo que puedan por proteger su rango, promover sus intereses y exaltar su posición a la vista del mundo".
"Aprestad vuestros esfuerzos, oh pueblo de Bahá, para que tal vez sea acallado el tumulto de la disensión y lucha religiosas que agitan a los pueblos de la tierra, a fin de que se borre completamente toda huella de las mismas. Por el amor de Dios y de quienes Le sirven, levantaos a ayudar a esta muy sublime y trascendental Revelación. El fanatismo y odio religiosos son un fuego que devora el mundo, cuya violencia nadie puede aplacar. Sólo la Mano del poder divino puede librar a la humanidad de esta desoladora aflicción..."
Bien podría definirse la religión como el divino sistema de educación que fluye de Dios, el Creador, al hombre, Su criatura, a través de Sus Profetas. Las enseñanzas Bahá'ís sobre la Divinidad son exhaustivas y profundas; Bahá'u'lláh vuelve una y otra vez sobre este tema fundamental en Sus oraciones, en Sus meditaciones y en Sus tablas.
ORACIÓNDios atestigua la unidad de Su Divinidad y la singularidad de Su propio Ser. Sobre el trono de la eternidad, desde las alturas inaccesibles de Su posición, Su lengua proclama que no hay Dios sino Él. Él mismo, independiente de todo, siempre ha sido testigo de Su propia unicidad, revelador de Su propia naturaleza y glorificador de Su propia esencia. Él es, en verdad, el Todopoderoso, el Omnipotente, el Bellísimo.
Soberano sobre Sus siervos, reina por encima de Sus criaturas. En Su mano está el origen de la autoridad y de la verdad. Él da vida a los hombres con Sus signos y con Su ira, les hace morir. Sobre sus hechos no ha de ser inquirido y Su fuerza está a la altura de todas las cosas. Él es el Potente, el que Todo lo Subyuga. En Su puño está el dominio de todo y en Su mano derecha está el Reino de Su Revelación. Su poder, en verdad, abarca la creación entera. Suyas son la victoria y la soberanía; Suyas toda fuerza y dominio, toda gloria y grandeza. Él es de verdad el Todo Glorioso, el Poderosísimo, el Libre.
¡Alabanzas sean para Ti, oh Señor mi Dios! Atestiguo que Tú eres Dios y que no existe otro Dios fuera de Ti. Desde la eternidad has sido inmensurablemente exaltado por encima de la alabanza de cualquiera que no seas Tú, muy por encima de la descripción de cualquiera de Tus criaturas. Todas las cosas creadas han dado testimonio de Tu unidad y todo habitante de Tu reino ha confesado Tu unicidad. La esencia de la comprensión de los firmes entre Tus criaturas jamás podrá alcanzarte y las preciosas expresiones con las que Tu pueblo Te ha alabado y glorificado nunca tendrán esperanza de ascender a la atmósfera de Tu santidad. Pues la comprensión que los hombres tienen de Ti no es sino la comprensión de Tu propia creación. ¿Cómo puede llegar hasta Ti? Y toda humana alabanza y glorificación a Ti pertenecen a Tus siervos. ¿Cómo pueden ser consideradas dignas de la corte de Tu unicidad?
¡Juro por Tu gloria! La quintaesencia del conocimiento es incapaz de comprender Tu naturaleza y la más recóndita realidad de toda alabanza a Ti no puede alcanzar la sede de Tu gran gloria y de Tu poder todo compelente. Toda palabra que procura describirte y todo conocimiento que trata de comprenderte, no es sino una expresión de Tu propia creación, y está engendrado por Tu voluntad y es formado en conformidad con Tu propósito.
"Una gota del ondeante océano de Su misericordia infinita ha adornado toda la creación con el ornamento de la existencia y un hálito exhalado desde Su incomparable Paraíso ha investido a todos los seres con el manto de Su santidad y gloria. Una pequeña gota del insondable mar de Su soberana voluntad que todo lo penetra ha engendrado de la nada absoluta una creación infinita en su alcance y eterna en su duración. Las maravillas de Su munificencia nunca podrán cesar, ni la corriente de Su misericordiosa gracia podrá jamás ser detenida. El proceso de Su creación no ha tenido principio ni puede tener fin".
"Desde toda la eternidad Tú has reinado sobre la creación entera y continuarás para siempre ejerciendo Tu dominio sobre todo lo creado".
"¡Oh mi Dios, Dios de munificencia y misericordia! Tú eres aquel Rey cuya palabra imperativa ha hecho surgir toda la creación; Tú eres aquel Ser Todo Generoso a Quien las acciones de Sus siervos nunca han impedido demostrar Su gracia, ni han frustrado las revelaciones de Su munificencia".
"¡Mi Dios, Tú a Quien venero y adoro, Tú que eres el Más Poderoso! Atestiguo que ninguna descripción de cosa alguna creada podra nunca revelarte y ninguna alabanza que ser alguno pronuncie podrá jamás expresarte. La comprensión de nadie en toda la tierra, ni la inteligencia de ninguno de sus pueblos pueden, en modo que sea digno de Ti, ser admitidos en la corte de Tu santidad o desentrañar Tu misterio".
"¡Alabado seas, oh mi Dios! Este siervo Tuyo atestigua que nada que no seas Tú podrá jamás expresarte, ni podrás ser descrito por nadie salvo por ti mismo. Los pensamientos de quienes han reconocido Tu realidad, por mucho que asciendan hacia el cielo de Tu alabanza, no tendrán jamás esperanza de sobrepasar los límites que, por Tu orden y decreto, han sido fijados en sus propios corazones. ¿Cómo puede la criatura, que es como una nada, comprender a Aquel que es el Anciano de los Días o lograr describir, en toda su magnitud, Su soberanía, Su gloria y Su grandeza? ¡No, y de esto Tú mismo das testimonio, oh Tú que eres el Gobernante de las naciones! Toda cosa creada ha reconocido su propia impotencia y la fuerza de Tu poder y ha confesado su propia humillación y Tu gran gloria".
El fruto de la existencia terrenal del hombre, afirma Bahá'u'lláh, es el reconocimiento del único Verdadero Dios.
ORACIÓN¡Magnificado sea Tu nombre, oh Señor mi Dios! Tú eres Aquel a Quien todas las cosas adoran y Quien no adora a ninguna. Quien es Señor de todas las cosas y no es vasallo de ninguna, Quien conoce todas las cosas y no es conocido por ninguna. Tú deseaste darte a conocer a los hombres; por eso, mediante una palabra de Tu boca, hiciste la creación y formaste el universo. No hay otro Dios más que Tú, el Formador, el Creador, el Todopoderoso, el Omnipotente.
Te imploro, por esa misma palabra que ha resplandecido sobre el horizonte de Tu voluntad, que me permitas beber hasta saciarme de las aguas vivas con que has vivificado los corazones de Tus amados y hecho revivir las almas de quienes Te aman, para que, en todo momento y en todas condiciones, vuelva mi rostro completamente hacia Ti.
Tú eres el Dios de poder, de gloria y munificencia. No hay Dios fuera de Ti, el Soberano Supremo, el Todo Glorioso, el Omnisciente.
Sin embargo, a pesar de Sus grandes alabanzas a la inaccesible y exaltada naturaleza de la Divinidad, Bahá'u'lláh nos conduce a través de las refulgentes efusiones de Sus palabras, acercándonos cada vez más a una comprensión de nuestro Creador y de nuestra relación con Él:
"No hay Dios sino Tú, el Todopoderoso, el Todo Generoso. No hay Dios sino Tú, el Ordenador, tanto en el principio como en el fin. ¡Oh Dios, mi Dios! Tu perdón me ha infundido valor y Tu misericordia me ha fortalecido, Tu llamamiento me ha despertado y Tu gracia me ha levantado y me ha conducido hacia Ti. De no ser así, ¿quién soy yo, para atreverme a permanecer ante la puerta de la ciudad de Tu cercanía o fijar mi rostro en las luces que brillan en el cielo de Tu voluntad? Tú ves, oh mi Señor, a esta desdichada criatura llamando a la puerta de Tu gracia y a esta alma efímera anhelando el río de vida eterna de manos de Tu generosidad. ¡Tuyo es el mando en todo tiempo, oh Tú Quien eres el Señor de todos los hombres, y mía es la resignación y voluntaria sumisión a Tu voluntad, oh Creador de los cielos!".
"Tú eres Aquel, oh mi Dios, Quien se ha llamado a Sí mismo el Dios de la Misericordia, el Más Compasivo".
"Tú no decepcionas a nadie que Te haya buscado, ni impides acercarse a Tí a quien Te ha deseado".
"Lejos esté de nosotros el que desesperemos en algún momento de los incalculables favores de Dios, pues si fuera Su deseo Él podría hacer que un simple átomo se transformara en un sol y una mera gota en un océano. Él abre miles de puertas, mientras que el hombre no es capaz de concebir siquiera una".
No obstante, a pesar de tales promesas, Bahá'u'lláh nos hace una seria advertencia, advertencia que en estos día de creciente agnosticismo puede que rara vez nos pasara por la mente.
"Has de saber con certeza que quien no cree en Dios no es ni fiable ni veraz... Nada podrá disuadir a tal hombre del mal, nada podrá impedirle que traicione a su prójimo, nada podrá inducirle a ser honrado".
Cuán increíblemente serias son estas palabras: tan serias realmente que estamos tentados de no hacer caso de ellas. Pero cuando pasamos a considerar Sus graves advertencias en torno al estado de la sociedad humana y a lo que puede conducir su delincuencia generalizada, empezamos a captar las sutiles profundidades de este enunciado y entramos en un campo que merece profunda contemplación, pues analiza y explica el período en que nosotros mismos estamos viviendo, haciendo advertencias y profecías acerca de él. "Este es el Día en el que todo hombre huirá de sí mismo; cuánto más de sus parientes, si pudierais percibirlo..." ¿Personalidades divididas? ¿Hogares destrozados, divorcio, sociedades destruidas? "Este el Día en que los ojos alzarán la vista con terror, Día en que temblarán los corazones de los que viven en la tierra..." ¿Un hongo gigantesco en el aire? ¿El ruido de bombas y cañones?
"Mirad los disturbios que en muchos, largos años, han afligido a la tierra y la perturbación que se ha apoderado de sus pueblos. Ha sido arrollada por la guerra o atormentada por súbitas e imprevistas calamidades. Aunque el mundo está rodeado de miseria y aflicción, con todo, ningún hombre se ha detenido a reflexionar sobre cuál puede ser la causa de ello. Cada vez que el Verdadero Consejero pronunciaba una palabra de amonestación, todos le denunciaban como un promotor de maldad, rechazando sus afirmaciones. ¡Qué desconcertante, cuán incomprensible es semejante comportamiento! No se hallan dos hombres de los cuales pueda decirse que están unidos exterior e interiormente. Las evidencias de la discordia y la malevolencia están patentes por doquier, aun cuando todos fueron creados para la armonía y la unión".
"¿Hasta cuándo persistirá la humanidad en su descarrío?", pregunta Bahá'u'lláh. "¿Hasta cuándo continuará la injusticia? ¿Hasta cuándo va a reinar el caos y la confusión entre los hombres? ¿Hasta cuándo la discordia agitará la faz de la sociedad?... Los vientos de la desesperación, soplan, ¡ay!, desde todas direcciones, y la lucha que divide y aflige a la raza humana crece día a día. Se pueden distinguir ya los signos de convulsiones y caos inminentes, ya que el orden actual resulta ser lamentablemente defectuoso".
"Efectivamente, las acciones del hombre mismo generan una profusión de energía satánica. Ya que si los hombres acataran y observaran las enseñanzas divinas, sería borrado de la faz de la tierra todo rastro de maldad. Sin embargo, las grandes diferencias que existen en la humanidad y el predominio de la sedición, la disputa, el conflicto y cosas semejantes son los principales factores que provocan la aparición del espíritu satánico. Con todo, el Espíritu Santo siempre ha evitado tales cosas. Un mundo en que no se percibe más que lucha, peleas y corrupción está destinado a convertirse en la sede del trono, en la metrópolis misma, de Satán".
"Tan ciego se ha vuelto el corazón humano que ni el desmembramiento de las ciudades, ni la reducción de las montañas a polvo, ni aún el hundimiento de la tierra pueden hacerle sacudirse el adormecimiento... Presenciad cómo el mundo está siendo afligido diariamente por una nueva calamidad. Su tribulación se ahonda continuamente". Bahá'u'lláh vincula esta condición con el repudio a Su Mensaje, anunciado en 1863, y la proclamación de su propósito y enseñanzas de éste, a los reyes, sacerdotes y gobernantes del mundo durante más de dos décadas antes de que falleciera en 1892. El resultado de haberse apartado de Aquel que es el "Verdadero Médico", Quien tiene el remedio divino para los males que aquejan al hombre, es que el mundo no ha tenido tranquilidad ni los corazones de su pueblo han estado nunca en paz desde ese día hasta hoy. "El polvo de la sedición", asevera, "ha obnubilado los corazones de los hombres y ha cegado sus ojos. Dentro de poco percibirán las consecuencias de lo que sus manos han forjado..." Dirigiendo Sus palabras a los "Miembros de la raza humana" les advierte sin ambigüedad del peligro en que se hallan, : "La civilización, tan frecuentemente encomiada por los sabios exponentes de las artes y las ciencias, acarreará gran daño a los hombres si se le permite sobrepasar los límites de la moderación. Así os lo advierte Quien es el Omnisciente. Si es llevada a exceso, la civilización resultará ser una fuente tan fecunda en males como lo fuera en bien cuando estaba sujeta al freno de la moderación. Meditad sobre esto... Se aproxima el día en que su llama devorará las ciudades..."
"Encontramos a algunos hombres que desean la libertad, enorgulleciéndose de ello. Tales hombres están en las profundidades de la ignorancia. La libertad lleva finalmente a la sedición, cuyas llamas nadie puede apagar... La encarnación de la libertad y su símbolo, es el animal. Lo que conviene al hombre es someterse a aquellos frenos que han de protegerle de su propia ignorancia y resguardarle del daño del malicioso. La libertad hace que el hombre sobrepase los límites de la decencia y viole la dignidad de su posición. Lo rebaja a un nivel de extrema depravación y perversidad... La verdadera libertad consiste en la sumisión del hombre a Mis mandamientos... Si los hombres observasen lo que les hemos enviado desde el Cielo de la Revelación, ciertamente alcanzarían la perfecta libertad... La libertad que os aprovecha no se halla sino en la completa servidumbre a Dios..."
"Todo lo que sobrepase los límites de la moderación cesará de ejercer influencia beneficiosa. Considerad, por ejemplo, cosas tales como la libertad, la civilización y otras semejantes. Aun cuando los hombres de entendimiento las consideren muy favorablemente, si son llevadas a un extremo, ejercerán influencia perniciosa sobre los hombres".
"Los días se aproximan a su fin y, sin embargo, los pueblos del mundo están sumidos en grave desatención y perdidos en manifiesto error. Se aproxima la hora en que aparecerá la convulsión más grande. ¡Juro por Aquel que es la Verdad! Hará que la separación aflija a todos, aún a aquellos que giran en torno a Mí. Di: ¡Oh concurso de los desatentos! ¡Juro por Dios! El día prometido ha llegado, día en que pruebas atormentadoras se cernirán sobre vuestras cabezas y bajo vuestros pies, diciendo: ¡Gustad lo que vuestras manos han forjado! Ha llegado el momento de la destrucción del mundo y de sus pueblos. Aquel que es el Preexistente ha venido para conferir vida sempiterna, conceder eterna salvación y conferir lo que conduce a la verdadera vida. Se acerca el día en que su llama (de la civilización) ha de devorar las ciudades, en que la Lengua de la Grandeza ha de proclamar: ¡El Reino es de Dios, el Todopoderoso, el Todo Alabado! ¡Oh vosotros que estáis privados de entendimiento! Una severa prueba os sigue y se abatirá sobre vosotros repentinamente. Moveos para que tal vez pase sin haceros daño. ¡Oh pueblos del mundo! Sabed, en verdad, que una calamidad imprevista os sigue, y que os espera un castigo doloroso. No penséis que los hechos que habéis cometido se han ocultado a Mi vista. ¡Oh desatentos! Aun cuando las maravillas de Mi misericordia han envuelto a todas las cosas creadas, tanto visibles como invisibles, y aunque las revelaciones de Mi gracia y munificencia han penetrado todo átomo del universo, con todo, la vara con que puedo castigar a los malvados es dolorosa y la furia de Mi ira contra ellos es terrible. No te aflijas por aquellos que se han ocupado en las cosas de este mundo, olvidando el recuerdo de Dios, el Más Grande. ¡Por Aquel que es la Verdad Eterna! Se acerca el día en que la enconada ira del Todopoderoso se habrá apoderado de ellos. Él verdaderamente es el Omnipotente, el Sometedor de Todo, el Más Poderoso. Él limpiará la tierra de la mancha de su corrupción y la dará en herencia a aquellos de Sus siervos que están cerca de Él. Pronto se oirá, proveniente de todos los países, el grito: 'Sí, sí, aquí estoy, aquí estoy'. Ya que nunca ha habido ni podrá haber jamás para nadie otro refugio adonde huir. Y cuando llegue la hora señalada, aparecerá súbitamente lo que hará temblar los miembros de la humanidad. Entonces, y sólo entonces, será desplegado el Estandarte Divino y el Ruiseñor del Paraíso entonará su melodía".
"En el comienzo de toda Revelación han prevalecido las adversidades, las que posteriormente se han convertido en prosperidad. Di: ¡Oh pueblo de Dios! Cuidado, no sea que los poderes de la tierra os alarmen o que os debilite la fuerza de las naciones o que os desanime el tumulto de la gente de la discordia o que os entristezcan los exponentes de gloria terrenal. Sed como una montaña en la Causa de vuestro Señor, el Todopoderoso, el Todo Glorioso, el Libre".
La raza humana ha pasado por la infancia, la niñez y la adolescencia. Está ahora entrando en la edad adulta; los primeros pasos en dirección a la madurez son agitados e inseguros. Aquello que ha sido profetizado en términos simbólicos como el tiempo del fin, el Día del Juicio, el Día de la Resurrección, es en realidad el día del cernido, el día de la unificación, el día de la construcción. Al aceptar el plan de Dios -el reino de Dios en la tierra, el día del cumplimiento- experimentaréis la resurrección, no de un cuerpo desde su tumba, sino de la sociedad desde las cenizas muertas del pasado. "Todas las cosas creadas proclaman las evidencias de esta regeneración mundial... los consejos que ha revelado la Pluma de este Agraviado constituyen el supremo poder animador para el adelanto del mundo y la exaltación de los pueblos", afirma Bahá'u'lláh. Al rehusar ir hacia adelante, ser parte de la regeneradora primavera universal de Dios en este Día tanto tiempo prometido, ustedes se precipitarán al fuego de la ilusión, el prejuicio, el odio, la discordia y la lucha. Es ése el juicio que vemos suceder ante nuestros propios ojos.
Las naciones y pueblos del mundo aún están separados como lingotes de hierro frío que por mucho que se junten, no se unen. Pero hay una fuerza que puede hacer fundirse los trozos separados de hierro y es el fuego. Para transformarlos en un todo único deben colocarse al fuego. Entonces pueden forjarse hasta transformarse en una sola unidad. Dios, con las fuerzas formadoras de que dispone, puede crear y creará una nueva humanidad, un nuevo mundo, un nuevo Orden, mediante trastornos políticos, económicos y religiosos; mediante la guerra, el hambre, las plagas, los terremotos, las inundaciones, que son todos Sus instrumentos.
"El equilibrio del mundo ha sido trastornado por la vibrante influencia de este más grande y nuevo Orden Mundial. La vida ordenada de la humanidad ha sido revolucionada por mediación de este Sistema único y maravilloso, nada semejante al cual han presenciado ojos mortales".
En otras palabras, la aparición de esta nueva Revelación proveniente de Dios ha asestado un fuerte golpe, haciendo añicos formas obsoletas y cristalizadas, lo que será seguido por una amplia restitución de valores esenciales y eternos; habrá amanecido el Día del Señor. Pero, en palabras de Bahá'u'lláh, no sin un trastorno formidable: "Tan pronto como fue expuesta esa Revelación a los ojos de los hombres, aparecieron las señales de discordia universal entre los pueblos del mundo, los habitantes de la tierra y del cielo se conmovieron y fueron sacudidos los cimientos de todas las cosas. Las fuerzas de la disensión fueron liberadas" y "Se hizo arder el Infierno". Un orden viejo, obsoleto y corrupto habría de ser arrancado para que se estableciera un nuevo orden, digno de la llegada a la mayoría de edad de la humanidad; habrían de descubrirse ante los ojos de los hombres "las delicias del Paraíso"; quienquiera que se volviese a la refulgente luz de esta nueva verdad sería bañado por su resplandor y ¡ay de aquel que la negase!, pues la oscuridad sería su parte.
"Los pueblos del mundo están profundamente dormidos", afirma Bahá'u'lláh. "Si despertasen de su sueño, se apresurarían con ansias a ir hacia Dios, el Omnisciente, el Sapientísimo. Desecharían todo cuanto poseen, así fuesen todos los tesoros de la tierra, para que su Señor les recordara aunque no fuese sino para dirigirles una sola palabra... Tan perplejos se encuentran en la embriaguez de sus malos deseos, que son impotentes para reconocer al Señor de toda la existencia, cuya voz clama desde toda dirección: 'No hay otro Dios fuera de Mí, el Poderoso, el Sapientísimo'".
"Di: No os regocijéis de las cosas que poseéis; esta noche son vuestras, mañana otros las poseerán. Así os advierte Aquel que es el Omnisciente, el Informado de Todo. Di: ¿Podéis sostener que lo que poseéis es duradero o seguro? ¡No! Por Mí mismo, el Todo Misericordioso. Los días de vuestra vida se escapan como un soplo de viento; vuestra pompa y gloria serán recogidas como la pompa y la gloria de aquellos que se han ido antes de vosotros. Reflexiona, ¡oh pueblo!, ¿qué ha sido de vuestros días pasados, vuestros siglos perdidos? Felices los días que han sido consagrados al recuerdo de Dios y benditas las horas pasadas en alabanza de Aquel que es el Sapientísimo. ¡Por Mi vida! No perdurará la pompa del poderoso, ni la riqueza del rico, ni aún el descendiente del impío. Todos perecerán, por una sola palabra proveniente de Él. Él es, verdaderamente, el Omnipotente, el que Todo lo Compele, el Todopoderoso. ¿Qué provecho hay en las cosas terrenales que los hombres poseen? Aquello que les aprovecha lo han descuidado por completo. Dentro de poco, despertarán de su sueño y se encontrarán incapaces de obtener lo que se les ha escapado en los día de su Señor, el Todopoderoso, el Todo Alabado. Si lo supieran, renunciarían a todo lo que tienen, para que sus nombres fueran mencionados ante Su trono. Ellos son, ciertamente, contados entre los muertos".
Si Bahá'u'lláh predijo el castigo, Él también profetizó el cumplimiento: "¡Cuán amplio es el tabernáculo de la Causa de Dios! Ha cubierto con su nombre a todos los pueblos y linajes de la tierra y dentro de poco reunirá a toda la humanidad bajo su amparo".
La grandeza y significado de este Día en que estamos viviendo -el período de una nueva Dispensación Divina- y el poder y bienaventuranza inherente a esta Causa de Dios que Bahá'u'lláh ha revelado son expuestas por Su pluma con majestad y claridad. Él da testimonio a Dios de que en este Día: "el río que es en verdad la vida ha manado de los dedos de Tu munificencia y la primavera de Tu revelación y Tu presencia ha aparecido a través de Tu manifestación para todos los que están en Tu cielo y todos los que están en Tu tierra".
"Este es el Día", afirma, "en que el Océano de la misericordia de Dios ha sido manifestado a los hombres, Día en que el Sol de Su bondadoso afecto ha derramado sobre ellos su resplandor, Día en que las nubes de Su munífico favor han cubierto a toda la humanidad. ¡Grande en verdad es este Día! Dan testimonio de su grandeza las alusiones que a él se han hecho en todas las sagradas Escrituras. Las Escrituras de pasadas Dispensaciones alaban el gran jubileo que necesariamente debe saludar a este Día de Dios, el más grande. En este Día hay una puerta abierta más ancha que el cielo y la tierra. El ojo de la misericordia de Aquel que es el Deseo de los mundos está vuelto hacia todos los hombres".
"Por la rectitud de Mi propio Ser! ¡Grande, inmensamente grande es esta Causa! ¡Importante, inconcebiblemente importante es este Día! Es de hecho bienaventurado el hombre que ha abandonado todas las cosas y ha fijado sus ojos en Aquel cuya faz ha vertido iluminación sobre todos los que están en los cielos y todos los que están en la tierra. Este Día es el Día de Dios y esta Causa es Su Causa. Este Día es diferente de otros días y esta Causa, diferente de otras causas. ¡Ojalá se hallara un alma sagaz e imparcial que reconociese las maravillas de esta Revelación... y la grandeza de su poder!".
"¡Oh vosotros que juzgáis con equidad! Si esta Causa ha de ser rechazada, ¿entonces qué otra causa en este mundo puede ser defendida o considerada digna de aceptación?", pregunta Bahá'u'lláh.
"Venid y probad", dice Él, "la dulzura del descanso" en el seno de esta "vasta Revelación y a la sombra de Su suprema e infalible autoridad", pues la Causa de Bahá'u'lláh es, como señalara Shoghi Effendi, la flor y fruto de todas las Revelaciones anteriores. "En esta mayor Revelación", afirma Bahá'u'lláh mismo, "todas las Dispensaciones del pasado han alcanzado su más alta y final consumación". Todo hombre, afirma Él, ha sido dotado con la capacidad de "apreciar la Belleza de Dios, el Glorificado. Si no hubiese sido dotado con tal capacidad, ¿cómo habría de llamársele a responder por su omisión? Si a algún hombre se le preguntare en este Día: '¿Por qué no has creído en Mi belleza y te has apartado de Mi Ser?' y respondiere: 'Ya que todos los hombres han errado, sin que haya encontrado ninguno dispuesto a volver su rostro a la Verdad, también yo, siguiendo su ejemplo, he fallado gravemente al no reconocer la Belleza del Eterno', tal excusa sin duda será rechazada. Pues la fe de ningún hombre no puede ser condicionada sino por él mismo".
Grande es en verdad la alabanza que se rinde a quienes no han sido ciegos ante la Revelación de Bahá'u'lláh. En una oración da testimonio ante Dios del mérito de aquellos a quienes Él llama los amados de Dios que han aceptado Sus afirmaciones: "Tú verdaderamente has revelado Tu Causa, has cumplido Tu Convenio y has abierto de par en par la puerta de Tu gracia a todos los que habitan en el cielo y en la tierra. Bienaventuranza y paz, salutación y gloria sean para Tus amados, a quienes los cambios y azares de este mundo no les han impedido volverse hacia Ti y quienes han dado todo lo que tenían, con la esperanza de obtener aquello que es Tuyo".
En toda Dispensación es muy grande la posición de quienes aceptan la Manifestación de Dios y Le siguen en Su propia época. Bahá'u'lláh ha hecho algunas sorprendentes afirmaciones sobre este tema. Vean estas palabras:
"...cuán superior ha de ser el destino del verdadero creyente, cuya existencia y vida deben considerarse como el propósito que origina toda la creación*. Así como la concepción de la fe ha existido desde el principio que no tiene principio y perdurará hasta el fin que no tiene fin, de la misma manera el verdadero creyente vivirá y perdurará eternamente. Su espíritu siempre girará en torno a la Voluntad de Dios. Durará tanto como dure Dios mismo. Es revelado por la Revelación de Dios, y es ocultado por Su mandato. Es evidente que las más sublimes mansiones en el Dominio de la Inmortalidad han sido destinadas para que en ellas habiten quienes verdaderamente han creído en Dios y en Sus signos. La muerte nunca podrá invadir ese sitio sagrado. Así te hemos confiado los signos de Tu Señor, para que perseveres en tu amor a Él y seas de aquellos que comprenden esta verdad".
"¡Oh amigos!", se dirige Él a Sus seguidores: "No descuidéis las virtudes con que habéis sido dotados, ni seáis negligentes con vuestro alto destino... Sois las estrellas del cielo del entendimiento, la brisa que sopla al amanecer, las fluyentes aguas de las cuales debe depender la vida misma de todos los hombres, las letras inscritas en Su sagrado pergamino. ¡Oh pueblo de Bahá! Sois las brisas primaverales que se esparcen por el mundo. Por medio de vosotros hemos adornado el mundo de la existencia con el ornamento del conocimiento del Más Misericordioso. Por medio de vosotros ha sonreído el semblante del mundo y ha brillado el resplandor de Su luz. Asíos a la Cuerda de la constancia, de modo tal que todas las vanas imaginaciones desaparezcan completamente... Cuidad de que nada os impida observar lo que ha prescrito para vosotros la Pluma de Gloria... ¡Oh pueblo de Bahá! El río que es la Vida misma ha fluido en verdad por vosotros. Bebed en Mi nombre, a pesar de quienes no han creído en Dios, el Señor de la Revelación. ¡Bienaventurado es el pueblo de Bahá! ¡Dios es Mi Testigo! Ellos son el solaz del ojo de la creación".
"Los compañeros de Dios", afirma Bahá'u'lláh acerca de Sus seguidores, "son en este día la masa que debe leudar a los pueblos del mundo. Deben demostrar tal honradez, tal veracidad y perseverancia, tales hechos y tal carácter, que toda la humanidad obtenga provecho de su ejemplo".
Nunca ha dejado a la vez de animar y amonestar a quienes Le han aceptado, siendo honrados con el título de "pueblo de Bahá".
"El primero y principal deber prescrito a los hombres", afirma, "después del reconocimiento de Aquel que es la Eterna Verdad, es el deber de la constancia en Su Causa. Adhiérete a ella y sé de aquellos cuyas mentes están fijas y fundadas firmamente en Dios. Ningún acto, por meritorio que sea, se ha comparado ni podrá jamás compararse con ése. Es el rey de todos los actos y de él dará testimonio tu Señor, el Altísimo, el Más Poderoso..."
Sabiendo bien las presiones a que son sometidos quienes aceptan a cualquier Profeta en Su propio Día, Él asegura a Sus seguidores:
"Bienaventurados son los constantes; bienaventurados son los que están firmes en Su Fe".
"Que sus corazones, oh mi Dios, sean transportados por Tu recuerdo, sus almas enriquecidas por Tu riqueza y sus voluntades fortalecidas para proclamar Tu Causa entre Tus criaturas. Tú eres verdaderamente el Gran Dador, el Siempre Perdonador, el Más Compasivo".
"Incumbe al pueblo de Bahá hacer victorioso al Señor mediante el poder de sus palabras y amonestar a la gente con sus buenas obras y carácter, ya que las obras ejercen mayor influencia que las palabras".
"Enseñad la Causa de Dios, oh pueblo de Bahá, pues Dios ha prescrito para cada uno el deber de proclamar Su Mensaje y lo considera como la más meritoria de todas las acciones".
Cuántas oraciones Suyas son dirigidas al Todopoderoso en favor de Sus seguidores:
"Te ruego, oh Tú que eres el Señor de todos los nombres y el Gobernante tanto del cielo como de la tierra, que concedas que todos los que Te son queridos lleguen a ser, cada uno de ellos, un cáliz de Tu misericordia en Tus días, para que vivifiquen los corazones de Tus siervos".
"¿Negarás, oh mi Dios, a quienes te aman, las maravillas de Tu dominio y triunfo? ¿Destruirás las esperanzas que quienes están consagrados a Ti han puesto en Tus múltiples mercedes y dones? ¿Apartarás, oh mi Dueño, a quienes Te han reconocido desde las playas de Tu santificado conocimiento; o cesarás de hacer caer sobre los corazones de aquellos que te desean las lluvias de Tu trascendente gracia? ¡No, no, y de ello Tu gloria da testimonio! Atestiguo en este mismo momento que Tu misericordia ha superado a todas las cosas creadas y Tu bondadoso afecto ha envuelto a todos los que están en el cielo y a todos los que están en la tierra. Desde siempre han estado abiertas a la faz de Tus siervos las puertas de Tu generosidad, las suaves brisas de Tu gracia han soplado sobre los corazones de Tus criaturas y las rebosantes lluvias de Tu munificencia han caído sobre Tu pueblo y los habitantes de Tu dominio".
"¡Oh pueblo de Dios!, nos advierte, "no os ocupéis de vuestros propios intereses; centrad vuestros pensamientos en aquello que ha de rehabilitar el destino de la humanidad y santificará los corazones y almas de los hombres. La mejor manera de lograrlo es mediante hechos puros y santos, mediante una vida virtuosa y un buen comportamiento. Los actos de valor asegurarán el triunfo de esta Causa y un carácter santo reforzará su poder. ¡Adheríos a la rectitud, oh pueblo de Bahá! Es éste, verdaderamente, el mandamiento que os ha dado esta Agraviado y lo primero que Su libre Voluntad ha elegido para vosotros".
"Quienquiera que en este Día se levante para ayudar a Nuestra Causa, pidiendo el apoyo de las huestes de un carácter loable y recta conducta, la influencia que emana de tal acción ciertamente se difundirá por todo el mundo".
El reconocer, creer, aceptar, permitir que Sus enseñanzas calen hondo y transformen el carácter personal no es sin embargo, suficiente en esta hora de cambio en el mundo. Debemos, aclara Bahá'u'lláh, irradiar Su luz, dar a otros Su mensaje, compartir la esperanza y convicción que a través de Su Revelación hemos encontrado, con nuestros semejantes, nuestra propia generación, que como nosotros viven horas de prueba y metamorfosis que afligen al mundo entero, pero que, a diferencia de vosotros, no ven ni un atisbo de promesa para el futuro y están llenos de desesperanza.
"Este es el día para hablar. Incumbe al pueblo de Bahá esforzarse, con máxima tolerancia, por guiar a los pueblos del mundo hacia el Horizonte Más Grande. Todo cuerpo pide a gritos un alma. Las almas celestiales deben necesariamente vivificar, con el hálito de la Palabra de Dios, los cuerpos muertos con un nuevo espíritu. Dentro de cada palabra se oculta un nuevo espíritu. Dichoso es el hombre que lo alcanza, habiéndose levantado para enseñar la Causa de Aquel que es el Rey de la Eternidad. Di: ¡Oh siervos! El triunfo de esta Causa ha dependido, y seguirá dependiendo, de la aparición de almas santas, de la demostración de buenas obras y la revelación de palabras de consumada sabiduría. Concentrad vuestras energías en la propagación de la Fe de Dios. Quien sea digno de tal alta vocación, que se levante y la promueva. Quien no pueda hacerlo, es su deber designar a quien en su lugar proclame esta Revelación cuya potencia ha hecho temblar los cimientos de las más grandes estructuras, ha triturado toda montaña y ha hecho enmudecer a toda alma".
"Que vuestra principal ocupación sea la de rescatar al caído del abismo de la extinción inminente y ayudarle a abrazar la antigua Fe de Dios. Vuestro comportamiento para con vuestro prójimo debería ser tal que manifestara claramente los signos del único y verdadero Dios, pues vosotros sois, entre los hombres, los primeros en ser creados de nuevo por Su espíritu, los primeros en adorarle y arrodillarse ante Él, los primeros en circundar Su trono de gloria".
"¡Oh amados de Dios! No reposéis en vuestro lecho, sino que moveos tan pronto como reconozcáis a vuestro Señor, el Creador, y oigáis acerca de lo que Le ha acontecido, y corred a ayudarle. Desatad vuestra lengua y proclamad Su Causa sin cesar. Esto será para vosotros mejor que todos los tesoros del pasado y del futuro, si sois de aquellos que comprenden esta verdad. ¡Juro por Aquel que es la Verdad! Dentro de poco Dios adornará el principio del Libro de la Existencia con la mención de Sus amados que han sufrido tribulaciones en Su sendero y han viajado por los países en Su nombre y para Su alabanza. Quien haya llegado a su presencia se gloriará de encontrarlos y todos los que habitan en cada país serán iluminados por su recuerdo. Competid unos con otros en el servicio de Dios y de Su Causa. Esto es realmente lo que os aprovecha en este mundo y en el que ha de venir".
"El mismo movimiento de lugar en lugar, al efectuarse por amor a Dios, siempre ha ejercido influencia en el mundo y puede ahora ejercerla. En los Libros de antaño se ha expuesto y consignado la posición de quienes han viajado por todas partes con el fin de guiar a los siervos de Dios".
"¡Juro por Dios! Tan grandes son las cosas ordenadas para los constantes, que si fuesen reveladas, en la medida del ojo de una aguja, todos los que están en el cielo y en la tierra quedarían atónitos, con excepción de aquellos a quienes Dios, el Señor de todos los mundos, ha querido eximir. ¡Juro por Dios! Lo que ha sido destinado para aquel que ayude a Mi Causa supera los tesoros de la tierra. Quien despegue sus labios en este día y haga mención del nombre de su Señor, descenderán sobre él las huestes de Divina inspiración desde el cielo de Mi nombre, el Omnisciente, el Sapientísimo. Descenderá también sobre él el Concurso de lo Alto, llevando en alto cada uno de ellos un cáliz de luz pura. Así ha sido preordenado en el dominio de la Revelación de Dios, por mandato de Aquel que es el Todo Glorioso, el Omnipotente. Si alguien se levantare para defender, en sus escritos, la Causa de Dios contra sus atacantes, tal hombre, por pequeño que fuere su aporte, será tan honrado en el mundo venidero que el Concurso de lo Alto envidiaría su gloria. Ninguna pluma puede retratar la sublimidad de tal posición, ni puede lengua alguna describir su esplendor".
"Plegue a Dios que seáis todos fortalecidos para llevar a cabo aquello que es la Voluntad de Dios y seáis ayudados por gracia a apreciar el rango conferido a aquellos de Sus amados que se han levantado para servirle y magnificar Su nombre. ¡Oh pueblo de Bahá! El que no haya nadie que pueda rivalizar con vosotros es un signo de misericordia. Bebed del Cáliz de la Munificencia el vino de la inmortalidad, a pesar de aquellos que han repudiado a Dios, el Señor de los nombres y el Hacedor de los cielos. ¡Juro por el único y verdadero Dios! Este es el día de aquellos que se han desprendido de todo salvo Él, el día de quienes han reconocido Su unidad, el día en que Dios crea, con las manos de Su poder, seres divinos y esencias imperecederas, cada uno de los cuales echará tras sí el mundo y todo cuanto en él hay, y se hará tan firme en la Causa de Dios que se maravillará todo corazón sabio y comprensivo".
Bahá'u'lláh pone en nuestra boca palabras de acción de gracias por haber sido bendecidos por Dios en el reconocimiento de Él en Su Día.
ORACIÓN¡Glorificado seas Tú, oh mi Dios! Te doy gracias por haberme hecho conocer a Aquel que es la Aurora de tu misericordia, el Alba de tu gracia y el Receptáculo de tu Causa. Te imploro por tu Nombre por el cual los rostros de quienes están cerca de Ti se han esclarecido y los corazones de aquellos que están consagrados a Ti han emprendido su vuelo hacia Ti que me permitas asirme a tu cordón en todo tiempo y en toda condición, estar libre de toda atadura a cualquiera fuera de Ti y pueda mantener mis ojos dirigidos hacia el horizonte de tu Revelación y cumplir lo que Tú me has prescrito en tus Tablas.
Atavía, oh mi Señor, mi ser interior y exterior con la vestidura de tus favores y tu cariñosa bondad. Protégeme entonces de todo lo que sea detestable y a mí y a mis parientes ayúdanos benignamente a obedecerte y a eludir todo lo que pueda provocarnos un deseo malo y corrupto.
Tú verdaderamente eres el Señor de toda la humanidad y el Poseedor de este mundo y del venidero. No hay Dios sino Tú, el Omnisciente, el Sapientísimo.
Pero, ¿qué Le ocurrió a Bahá'u'lláh mismo, el eje de este punto central en la historia del mundo? Él nos ha participado Su experiencia profética de cuarenta años, la cual comenzó en 1852, cuando por orden del Sháh de Persia fue encerrado en una mazmorra subterránea en Teherán. "Fuimos recluídos", escribió, "durante cuatro meses en un lugar pestilente más allá de toda comparación. [...] El calabozo estaba envuelto en profunda oscuridad y el número de nuestros compañeros de prisión llegaba casi a ciento cincuenta almas: ladrones, asesinos y salteadores de caminos. Atestado como estaba, no tenía otra salida que el pasadizo por el cual entramos. No hay pluma que pueda describir aquel lugar, ni lengua alguna expresar su repugnante hedor". Su cuello estaba irritado e hinchado por el pesado collar de acero que llevaba, cuyas marcas duraron hasta el fin de Su vida. En una de Sus Tablas a un sacerdote musulmán, Bahá'u'-lláh escribió: "Si alguna vez por casualidad visitas la mazmorra de Su Majestad el Sháh, pide al alcaide y carcelero principal que te muestre esas dos cadenas, una de las cuales es conocida como Qará-Guhar y la otra, como Salásil... durante cuatro meses este Agraviado fue atormentado y encadenado con una u otra de ellas".
Mas a Su Dios Bahá'u'lláh Le clama: "La garganta que Tú acostumbraste al roce de la seda, al final la has apretado con fuertes cadenas, y el cuerpo que cubriste de brocado y terciopelo lo has sometido a la humillación de una mazmorra". Si estas palabras nos parecen sorprendentes, debemos recordar que Bahá'u'lláh, al igual que Buda, era descendiente de un antiguo linaje de reyes y hasta los 35 años vivió en un ambiente de riqueza y prominencia; fue entonces realmente grande el contraste entre Su juventud y la incesante persecución -encarcelamiento, exilio, humillación y cruel pobreza- que por lo general hubo de soportar hasta el fin de Su vida. Con todo, fue en aquella mazmorra donde Él experimentó lo que Shoghi Effendi describiera tan bellamente como "los primeros atisbos de la Revelación de Dios dentro de su alma". "Durante los días en que yací en la prisión de Teherán, a pesar de que el mortificante peso de las cadenas y la atmósfera hedionda sólo Me permitían dormir un poco, aun en esos infrecuentes momentos de adormecimiento Yo sentía como si algo fluyera desde la corona de Mi cabeza sobre Mi pecho, como un poderoso torrente que se precipitara sobre la tierra desde la cumbre de una elevada montaña. Como consecuencia de ello, cada miembro de Mi cuerpo se encendía. En esos momentos Mi lengua recitaba lo que ningún hombre soportaría oír". En otro pasaje testifica: "Yacía dormido en Mi lecho, oh mi Dios, cuando, he aquí, pasaron sobre mí las tranquilas brisas de Tu gracia y Tu bondadoso afecto, me despertaron por el poder de Tu soberanía y Tus dones y me ordenaron levantarme ante Tus siervos, para pronunciar Tu alabanza y glorificar Tu palabra". En forma muy conmovedora, como si estuviese sorprendido por la reacción de los hombres frente a Su Divina Revelación, Él continúa diciendo: "En seguida la mayoría de Tu pueblo me insultó. ¡Juro por Tu gloria, oh mi Dios! Nunca pensé que manifestarían tales acciones, sabiendo que Tú mismo les has anunciado esta Revelación en los Rollos de Tu mandamiento y las Tablas de Tu decreto, y has hecho con ellos un convenio acerca de este joven en toda palabra enviada por Ti a Tus criaturas y a Tu pueblo".
Muchos escritos de Bahá'u'lláh están destinados directamente al Amado de Su corazón, a Su Dios. Quejumbrosamente pero sin reproche Le recuerda:
"¡Loado sea Tu nombre, oh mi Dios! Tú ves cómo he sido penosamente afligido en medio de Tus siervos y ves las cosas que me han acontecido en Tu sendero. Sabes muy bien que no he hablado palabra alguna si no es con Tu permiso, que mis labios no se han despegado salvo por Tu mandato y de acuerdo con Tu voluntad, que cada suspiro que he exhalado ha estado animado con Tu alabanza y Tu recuerdo, que he llamado a todos los hombres sólo hacia lo que han sido llamados Tus elegidos a través de toda eternidad..."
Pero por momentos la naturaleza terrible e inacabable de Sus aflicciones parece haber vencido a Bahá'u'lláh y clama a Su Amado en las alturas, expresando lo más profundo de Su corazón:
"Tú sabes y ves y oyes, oh mi Señor, que ante cada árbol me siento movido a alzar mi voz hacia Ti y ante cada piedra me veo impulsado a suspirar y lamentarme. ¿Ha sido Tu propósito al crearme, oh mi Dios, darme tribulaciones o permitirme manifestar Tu Causa en el reino de Tu creación?".
"Tú oyes, oh mi Dios, mis suspiros y mis quejidos y ves mi impotencia, mi pobreza, mi miseria, mis penas y mi desgracia. ¡Juro por Tu poder! He llorado con tal llanto que no he podido hacer mención de Ti ni ensalzarte y me he lamentado con tan amargo lamento que toda madre en su duelo quedaba desconcertada y olvidaba su propia angustia y los suspiros que había proferido".
"Tú ves y oyes el suspirar de este Agraviado, en este oscuro pozo que han construido las vanas imaginaciones de Tus adversarios y en este tenebroso hoyo que han cavado las ociosas fantasías de los malvados entre Tus criaturas... No, no estoy impaciente por las penas que me afligen en mi amor a Ti, ni en las adversidades que sufro en Tu sendero. Es más, por Tu poder las he elegido para mí mismo y me glorío de ellas..."
"Para quienes están dotados de discernimiento", testifica Bahá'u'lláh, "no es un secreto el hecho de que he estado, la mayor parte de los días de Mi vida, como un esclavo, sentado debajo de una espada que pende de un hilo, sin saber si tarde o temprano habría de caer sobre él. Y, no obstante todo ello, damos gracias a Dios, el Señor de los mundos".
"Te doy gracias, oh mi Dios, por haberme hecho el blanco de los dardos de Tus adversarios en Tu camino. Te ofrezco elevadísima alabanza, oh Tú que eres el Conocedor de lo visible y lo invisible y Señor de toda la existencia, por haberme permitido ser encarcelado por amor a Ti y haberme hecho beber la copa del dolor, para que revele Tu Causa y glorifique Tu palabra".
No obstante, a medida que pasaban los largos años de exilio y de prisión, la carga se hacía más difícil de soportar y Su fortaleza y aguante eran minados cada vez más terriblemente:
"Las crueldades causadas por Mis opresores Me han agobiado y han enblanquecido Mi cabello", clama en una Tabla a uno se Sus seguidores. "Si te presentases ante Mi trono, no reconocerías a la Antigua Belleza, pues se ha alterado la frescura de Su semblante y se ha apagado Su brillo, a causa de la opresión de los infieles. ¡Juro por Dios! ¡Se han fundido Su corazón, Su alma y Sus órganos vitales! Cada pedazo de pan que parte la Antigua Belleza trae aparejado el ataque de una nueva aflicción, y cada gota que bebe es acompañada por la amargura de la más dolorosa de las pruebas. Cada paso que da es precedido por un ejército de calamidades imprevistas, mientras que por detrás Le siguen legiones de angustiosas desgracias".
Sin embargo, en uno de Sus actos de comunión con Dios, Bahá'u'lláh deja bien claro que el ser perseguido en Su sendero es el más caro deseo de Su corazón: "¡Qué dulce es pensar en Ti en momentos de adversidad y prueba, qué delicioso glorificarte al ser rodeado por los vendavales de Tu decreto! Tú sabes muy bien, oh mi Dios, que soporto pacientemente todo lo que me aflige en Tu camino. Es más, siente que todos los miembros y extremidades de mi cuerpo ansían la tribulación, para que manifieste yo Tu Causa... y el fuego de mi recuerdo de Ti me ha inflamado ante todos los que están en el cielo y en la tierra. Grande es mi bienaventuranza y grande la bienaventuranza de este fuego cuya llama exclama: '¡No hay Dios sino Tú, que eres el Objeto de la adoración de mi corazón y la Fuente y Centro de mi alma!'... Si todos los que están en los cielos y todos los que están en la tierra se unieran tratando de impedirme que Te recordara y celebrase Tu alabanza, ciertamente no tendrían sobre mí ningún poder y no lograrían su propósito". Y en metáforas gráficas y candentes testifica hasta qué punto le puede llevar Su amor y fidelidad a los deseos de Su Señor: "Y si los infieles me diesen muerte, mi sangre alzaría su voz, por orden Tuya, proclamando: '¡No hay Dios fuera de Ti, oh Tú que eres el Deseo de mi corazón!' Y si mi carne fuese hervida en la caldera del odio, el olor que despidiera se elevaría hasta Ti exclamando: '¡Dónde estás, oh Señor de los mundos, Tú el _nico Deseo de quienes Te han conocido!' Y si fuese arrojado al fuego, mis cenizas -juro por Tu gloria- declararían: 'El Joven ha alcanzado, verdaderamente, lo que había suplicado a su Señor, el Todo Glorioso, el Omnisciente...' Tal es mi amor por Ti que no temo a nadie, aunque las fuerzas de todos los mundos estuviesen formadas para atacarme. Solo y sin ayuda me he levantado, por la fuerza de Tu poder, para proclamar Tu Causa, sin temor a la hueste de mis opresores".
"A todos los que habitan en la tierra clamo diciendo: 'Temed a Dios, oh siervos de Dios, y no os permitáis ser apartados de este Vino puro que ha manado de la diestra del trono de la misericordia de vuestro Señor, el Más Misericordioso. ¡Juro por Dios! Lo que Él posee es mejor para vosotros que todas las cosas que poseéis y las cosas que habéis buscado y ahora buscáis en esta vida vana y vacía. Abandonad el mundo y volved vuestros rostros hacia el Horizonte glorioso. Quien haya participado del vino de Su recuerdo olvidará todo otro recuerdo y quien Le haya reconocido se librará de todo apego a esta vida y a todo cuanto a ella pertenece'".
"En el amor que Te tengo, oh mi Señor, mi corazón Te ansía con tal anhelo como ningún corazón ha reconocido. Aquí estoy con mi cuerpo entre Tus manos y mi espíritu ante Tu rostro. Haz con ellos lo que Te plazca, por la exaltación de Tu palabra y la revelación de lo que ha sido guardado en los tesoros de Tu conocimiento".
Su único deseo, afirma Bahá'u'lláh, "es la regeneración del mundo entero y el establecimiento de la unidad de sus pueblos y la salvación de todos los que en él habitan. ¡Por la rectitud de Dios, mi Bienamado!", testifica Él, "nunca he aspirado a liderazgo mundano. Mi único propósito ha sido el de entregar a los hombres lo que me ha ordenado impartir Dios, el Benévolo, el Incomparable, para que los haga desprenderse de todo cuanto pertenece a este mundo y los lleve a alcanzar alturas tales que ni las pueden concebir los impíos, ni imaginar los díscolos".
Aunque Sus obras están llenas de alabanzas a Dios Padre, Bahá'u'lláh, con todo, nos recuerda constantemente que ningún hombre puede alcanzar el conocimiento del Creador si no a través de Su Intermediario, Su Manifestación. La intimidad que el Profeta tiene con Dios -lejos, muy lejos de nuestra humana comprensión- se clarifica en muchos pasajes: "Nada más me mueve", asevera Él firmemente, "sino los vientos de Tu voluntad y no pronuncio palabra salvo las palabras que, con Tu permiso y por Tu inspiración, soy impulsado a pronunciar". Este papel de Intermediario es, sin embargo, supremo; de hecho, es el eje mismo de la vida espiritual del hombre en este planeta:
"Quien no Me tiene está privado de todas las cosas. Apartaos de todo cuanto hay en la tierra y no busquéis a nadie sino a Mí. Soy el Sol de la Sabiduría y el Océano del Conocimiento. Animo a los desfallecidos y hago revivir a los muertos. Soy la Luz de guía que ilumina el camino. Soy el Halcón real en el brazo del Todopoderoso. Yo despliego las alas marchitas de toda ave abatida y le ayudo a levantar su vuelo".
¡Bahá'u'lláh, el "Halcón en el brazo del Todopoderoso"! "Aquel que bebe de las aguas de Mi Revelación", dice, "gustará de todas las incorruptibles delicias ordenadas por Dios desde el principio que no tiene principio hasta el fin que no tiene fin", palabras que son en realidad "el arroyo del verdadero conocimiento".
Refiriéndose a Sí mismo, Bahá'u'lláh afirma categóricamente: "...a nadie le es dado el derecho de cuestionar Su autoridad o decir por qué o para qué... Él ha venido del cielo invisible, portando el estandarte de 'Él hace todo cuanto es Su voluntad...'".
"Considerar la misericordia de Dios y Sus dones. Él os ordena aquello que os aprovecha, aunque Él mismo bien puede prescindir de Sus criaturas. Vuestras malas acciones no podrán jamás dañarnos, ni podrán beneficiarnos vuestras buenas obras. Os llamamos totalmente por amor a Dios. Esto lo testifica todo hombre de entendimiento y perspicacia".
Este es el Bahá'u'lláh a quien sigue "el pueblo de Bahá": a la vez el Amado, el Amante, el Legislador.
En estos días de creciente oscuridad en el mundo, cuando una vez más los fuegos de una persecución implacable consumen a nuestros compañeros Bahá'ís, especialmente en Persia, la Cuna de nuestra Fe, cuando ante nuestros propios ojos hombres heroicos y unas pocas -aunque aumentan cada vez más- mujeres heroicas ofrendan sus vidas antes de renegar de su fe, ganando con ello el más alto honor que puede el hombre ganar en este mundo, la corona de mártir, necesitamos calmar nuestros agitados corazones y mentes febriles, llenas de agravio y pesar, con las propias palabras de Bahá'u'lláh acerca del sacrificio, persecución, firmeza y recompensa. Necesitamos comprender la génesis de tal persecución y su causa y recordar Sus mandamientos para el pueblo de Bahá y su obediencia que finalmente lo guían, si es preciso, a someterse a una muerte injusta con mansedumbre y conformidad de veras radiante.
En todo momento debemos recordar la continuidad con que se desenvuelve la Revelación Divina; debemos recordar que Bahá'u'lláh ha aparecido a propósito, en el eterno esquema de las cosas, en aquel punto del destino de los hombres que señala la llegada de la humanidad a su madurez, cuando ha de unirse este planeta y ha de establecerse la paz universal. Debemos entender que todos los Profetas rompen el viejo orden de Su día cuando afirman Su origen Divino y Su derecho Divino a renovar el templo de la verdad, que con el correr de los siglos se ha cubierto de polvo y ha sido oscurecido por las mezquinas mentes de los hombres, y a aplicar las nuevas leyes y principios sociales necesarios para el desenvolvimiento de una nueva época y el ulterior desarrollo de la humanidad. ¿A quiénes afecta más este proceso? Obviamente al poderoso y atrincherado clero de las órdenes religiosas pasadas.
"Los jefes de la religión", afirma Bahá'u'lláh, "han impedido en toda época a su pueblo alcanzar las orillas de la salvación eterna, ya que mantenían las riendas de la autoridad en su fuerte puño. Algunos por afán de liderazgo, otros por falta de conocimiento y comprensión, han sido causa de la privación del pueblo". Qué indecibles crueldades, sigue diciendo, han infligido a "esas Joyas de la virtud Divina", como llama a los Profetas de Dios. Ampliando Su tema, Bahá'u'lláh declara que los pueblos del mundo, "ignorando a Dios por completo..., se han puesto a sí mismos sin reservas bajo la autoridad de esos jefes ostentosos e hipócritas, pues no tienen ni vista, ni oído, ni corazón propios para distinguir entre la verdad y la falsedad". Testifica que "¡Ni un solo Profeta de Dios se ha manifestado sin que fuese víctima del odio implacable, de la censura, negación y execración de los clérigos de Su día!". A pesar del hecho de que muchos de los más distinguidos mártires de la Fe Bahá'í han salido, y salen aún, ahora, de las filas del mismo clero, la acusación que contra ellos en general hace Bahá'u'lláh es en realidad terrible: "La fuente y el origen de la tiranía han sido los sacerdotes". Ellos "se consideran los mejores de todas las criaturas", dice, pero ante Su vista son los más viles, porque, aunque "ocupan los asientos del conocimiento y del saber", llaman a la ignorancia conocimiento y justicia a la opresión y "no adoran a Dios alguno sino su propio deseo" y "no guardan lealtad a nada que no sea el oro. Tal es el dominio de sus deseos, que en sus corazones se ha apagado la lámpara de la conciencia y la razón. Los sacerdotes paganos y los eclesiásticos judíos y cristianos cometieron las mismas cosas que han cometido, y aún cometen, en esta Dispensación, los sacerdotes de la época. Es más, éstos han mostrado una crueldad más severa y una malevolencia más feroz".
Tan terrible es la situación de los mismos clérigos en nuestros días, tan grande la Bábel de sectas de nuestro mundo actual, que en cualquier religión que miremos veremos que sus sacerdotes han llegado a un punto tal que "No se hallan dos que estén de acuerdo en una misma ley, pues ellos no buscan a ningún Dios que no sea su propio deseo y no hallan ningún camino sino el camino del error".
Desde el comienzo de la Fe Bahá'í el objetivo declarado del clero musulmán ha sido extinguirla. Sin embargo, esa perversidad no se limita al clero: "En verdad hemos anunciado a los hombres esta Revelación Más Grande", declara Bahá'u'lláh, "y no obstante la gente se halla en un estado de extraño estupor". ¡El clero militante, y el público indiferente no han mostrado ningún cambio en el siglo transcurrido desde que Él escribiera esas palabras!
No cabe duda de que el tiempo se está acabando y deben tomarse -todos los hombres- decisiones finales. Para algunos de nosotros incluso la decisión definitiva entre una vida con deshonor o una muerte con honor. En una época en que Persia había presenciado un recrudecimiento del holocausto de los años 1850, poco antes de fallecer, Bahá'u'lláh se dirigió, con palabras mordaces, a uno de los enemigos inveterados de Su Fe.
"Los compañeros de Dios..., en su mayor parte, han sufrido el martirio. Sin embargo, tú aún estás vivo. ¿Cómo es que se te ha perdonado la vida? ¡Juro por Dios! Es a causa de tu negación, en tanto que el martirio de las almas benditas se debió a su confesión. Toda persona justa e imparcial dará testimonio de ello, puesto que la causa y el motivo de ambos casos son claros y evidentes como el sol".
En una de Sus más bellas Palabras Ocultas expresa el gran misterio del rescate carmesí, es decir, la sangre del mártir:
¡OH HIJO DEL HOMBRE!Escribe con la tinta de la luz, en la tabla de tu espíritu, todo lo que te hemos revelado. Si no está en tu poder hacerlo, entonces, haz tu tinta de la esencia de tu corazón. Si no puedes hacerlo, entonces, escribe con aquella tinta carmesí que ha sido derramada en Mi sendero. Esto, en verdad, es más grato para Mí que todo lo demás, que su luz perdure para siempre.
"Esta es una Revelación en la que, si un hombre derramare por su causa una sola gota de sangre, miríadas de océanos serán su recompensa".
Él nos asegura que "Si quisieras calcular los mártires en el camino de Dios, no podrías contarlos... meditad sobre la penetrante influencia de la Palabra de Dios. A cada una de esas almas se le ordenó primero blasfemar y maldecir su fe, mas no se halló ninguna que prefiriese su propia voluntad a la Voluntad de Dios".
"Este pueblo", dice, refiriéndose a Su propio pueblo, el pueblo de Bahá, ha pasado más allá de los angostos estrechos de los nombres y ha armado sus tiendas en las playas del océano del desprendimiento. Gustosos ofrendarían una miríada de vidas antes de pronunciar la palabra deseada por sus enemigos. Se han adherido a lo que complace a Dios y están completamente desprendidos y libres de las cosas que pertenecen a los hombres. Han preferido que les corten la cabeza a decir una sola palabra indecorosa. Pondera en tu corazón. Me parece que han bebido hasta más no poder del océano de la renunciación. La vida de este mundo no ha logrado impedirles sufrir el martirio en el sendero de Dios". Y continúa para afirmar: "Este pueblo no necesita armas de destrucción, puesto que se ha aprestado para reconstruir el mundo. Sus huestes son las huestes de las buenas obras y sus armas las armas de una conducta recta y su comandante el temor de Dios. Bienaventurado aquel que juzga imparcialmente. ¡Por la rectitud de Dios! Tal ha sido la paciencia, la calma, la resignación y el contento de este pueblo que han llegado a ser los exponentes de la justicia y tan grande ha sido su conformidad que han permitido que los maten antes de matar. Y ello a pesar de que aquellos a los que el mundo ha agraviado, han soportado tribulaciones como las que la historia del mundo jamás ha registrado, ni han presenciado los ojos de nación alguna. ¿Qué pudo haberlos hecho reconciliarse con esas dolorosas pruebas, rehusando extender la mano para rechazarlas? ¿Qué pudo haber causado tal resignación y serenidad? La verdadera causa se encuentra en la prohibición que la Pluma de Gloria ha decidido, día y noche, imponer..."
Para comprender estas palabras debe uno recordar que Bahá'u'lláh prohibió a Sus seguidores tomar represalias contra sus enemigos; ellos no se retractaban ni luchaban por su vida: "...ninguno de los creyentes", afirma, "transgredió Mi mandamiento, ni alzó la mano para resistirse. Pasara lo que pasase, rehusaron permitir que sus propias inclinaciones sustituyeran lo que el Libro ha decretado... en años recientes varios de los creyentes, en la mayoría de las ciudades de Persia, han permitido ser muertos antes que matar; sin embargo, el odio que arde en algunos corazones se ha encendido más violentamente que antes".
Bahá'u'lláh mismo sufría horriblemente por el derramamiento de la sangre de Su inocente pueblo, atestiguando que "Ningún hombre puede calcular, ni lengua alguna relatar, lo que ha sobrevenido a Tus escogidos durante todo este tiempo". En muchos pasajes trató de consolar a Sus seguidores. En una de Sus oraciones invoca una increíble bendición de Dios para Sus mártires: "Bendice, asimismo, tanto como Tu propio Ser perdure y permanezca Tu propia Esencia, a aquellos que han sufrido el martirio en Tu camino".
"¡Oh mis siervos!" nos dice Bahá'u'lláh, "No os apenéis si, en estos días y en este plano terrenal, cosas contrarias a vuestros deseos han sido ordenadas y puestas de manifiesto por Dios, ya que días de dichosa alegría, de delicia celestial, ciertamente os esperan. Mundos santos y espiritualmente gloriosos serán descubiertos a vuestros ojos. Estáis destinados por Él, en este mundo y en la otra vida, a participar de sus beneficios, a compartir sus alegrías y a obtener una parte de su gracia sustentadora. A todos y cada uno de ellos llegaréis sin duda".
Bahá'u'lláh mismo es Quien testifica en favor de los mártires:
"Todos ellos fueron guiados por la luz del Sol de la Revelación Divina, confesaron y reconocieron Su verdad. Tal era su fe que la mayoría de ellos renunciaron a sus bienes y familia, adhiriéndose a la complacencia del Todo Glorioso. Ofrendaron su vida por su Bienamado, renunciando a todo en Su camino. Sus pechos fueron blanco de los dardos del enemigo y sus cabezas adornaron las lanzas de los infieles. No quedó país que no bebiera la sangre de estas encarnaciones del desprendimiento, ni espada que no hiriera sus gargantas. Sus hechos testifican por sí solos la verdad de sus palabras. ¿No es suficiente para la gente de este día el testimonio de estas almas santas que tan gloriosamente se han levantado a ofrendar su vida por su Amado, que el mundo entero ha quedado maravillado por la forma de su sacrificio?".
Dirigiéndose a uno de los enemigos de Su Fe, Bahá'u'lláh exclama: "¡Oh perverso odiador! ¿Imaginaste que el martirio podría humillar esta Causa? No, por Aquel a Quien Dios ha hecho el Depositario de Su Revelación, si eres de los que comprenden". Por una parte, las resplandecientes huestes de mártires marchando con cabezas erguidas a enfrentarse con su destino; por otro lado, la perversa ceguera de sus enemigos, los clérigos, y el fanatismo igualmente depravado de la gente que ellos dominaban. "Los cambios y azares del mundo, y el poder de las naciones no pueden frustrar a Dios", afirma Bahá'u'lláh; "Él hace lo que Él desea y ordena lo que es Su voluntad por la fuerza de Su soberanía".
Bahá'u'lláh nos asegura: "¡Con qué amor, devoción, exultación y santo arrobamiento sacrificaron su vida en el camino del Todo Glorioso! Todos atestiguan la verdad de esto. Y, sin embargo, ¿cómo pueden despreciar esta Revelación? ¿Ha presenciado época alguna pruebas tan trascendentales? Si estos compañeros no son de los que verdaderamente se esfuerzan por llegar a Dios, ¿a quién se le puede llamar por ese nombre? ¿Han sido estos compañeros buscadores de poder o gloria? ¿Han anhelado la riqueza? ¿Han abrigado otro deseo que no sea la complacencia de Dios? Si, con todos sus maravillosos testimonios y asombrosas obras, estos compañeros son falsos, ¿quién entonces es digno de reclamar para sí la verdad? ¡Juro por Dios! Sus mismas acciones son testimonio suficiente y una prueba irrefutable para todos los pueblos de la tierra, si los hombres sopesaran en su corazón los misterios de la Revelación Divina. 'Y aquellos que actúan injustamente pronto sabrán qué suerte les espera!...'".
"Considera estos mártires de sinceridad incuestionable, cuya veracidad atestigua el texto explícito del Libro, y todos los cuales, como lo has presenciado, sacrificaron su vida, sus bienes, sus esposas, sus hijos, todo lo que poseían, y ascendieron a los más sublimes aposentos del Paraíso. ¿Es lícito rechazar el testimonio que estos seres desprendidos y exaltados dan de la verdad de esta preeminente y Gloriosa Revelación, y considerar aceptables las acusaciones que han sido proferidas en contra de esta resplandeciente Luz por esa gente descreída, que por el oro han renunciado a su fe, y que por el afán del mando han repudiado a Aquel que es el Primer Conductor de toda la humanidad? Y esto a pesar de que su carácter ha sido ahora revelado a toda la gente que los ha reconocido como quienes de modo alguno renunciarán a una pizca o ápice de su autoridad temporal en aras de la santa Fe de Dios; cuánto menos a su vida, sus posesiones y cosas similares".
ORACIÓN¡Glorificado eres, oh Señor mi Dios! Tú eres Aquel, el fuego de cuyo amor ha inflamado los corazones de quienes han reconocido Tu unidad y los esplendores de cuyo semblante han iluminado los rostros de quienes se han acercado a Tu corte. ¡Cuán abundante es, oh mi Dios, el torrente de Tu conocimiento! ¿Cuán dulce, oh mi Amado, es el daño que, en mi amor por Ti y en aras de Tu complacencia, sufro por los dardos de los obradores de maldad! ¡Cuán gratas son las heridas que, en Tu camino y por proclamar Tu Fe, recibo de las espadas de los infieles!
Te suplico, por Tu nombre mediante el cual transformas la inquietud en tranquilidad, el temor en confianza, la debilidad en fortaleza y la humillación en gloria, que por Tu gracia nos ayudes a mí y a Tus siervos a exaltar Tu nombre, a entregar Tu Mensaje y a proclamar Tu Causa, de manera tal que permanezcamos impasibles ante los ataques de los transgresores y la ira de los infieles, ¿oh Tú que eres mi Bienamado!
Yo soy, oh Mi Señor, Tu sierva que ha oído Tu llamada y ha corrido hacia Ti, huyendo de sí misma y poniendo en Ti su corazón. Te imploro, oh mi Señor, por Tu nombre del cual han sido sacados a la luz todos los tesoros de la tierra, que me protejas de las insinuaciones de quienes no han creído en Ti y han repudiado Tu verdad.
Poderoso eres Tú para hacer lo que deseas. Tú eres, en verdad, el Omnisciente, el Sapientísimo.
"¡Cuántos fueron", dice Bahá'u'lláh, "aquellos corazones puros y bondadosos que reflejaron fielmente la luz de ese eterno Sol y cuán numerosas las emanaciones de conocimiento provenientes de ese Océano de divina sabiduría que envolvió a todos los seres! En cada ciudad, todos los eclesiásticos y dignatarios se levantaron para contenerlos y reprimirlos, y se armaron de malevolencia, de envidia y tiranía para suprimirlos. ¡Cuán grande fue el número de aquellas almas santas, aquellas esencias de la justicia, que fueron muertas, acusadas de tiranía! ¡Y cuántas personificaciones de la pureza, que no mostraron sino verdadero reconocimiento y hechos inmaculados, padecieron angustiosa muerte! No obstante todo esto, cada uno de estos seres santos, hasta su último momento, pronunció en Nombre de Dios, remontándose hasta el dominio de la sumisión y resignación. Tal fue la potencia e influencia transmutadora que Él ejerció sobre ellos, que cesaron de abrigar deseo alguno sino Su voluntad, uniendo su alma a Su recuerdo".
"Reflexiona: ¿Quién puede en este mundo manifestar tan trascendente poder, tan penetrante influencia? Todos estos corazones inmaculados y almas santificadas han respondido con absoluta resignación al llamamiento de Su decreto. En lugar de quejarse, dieron gracias a Dios y en medio de la oscuridad de su angustia no revelaron sino radiante conformidad con Su voluntad. Es evidente cuán implacable fue el odio y cuán enconada la malevolencia y enemistad que guardaban todos los pueblos de la tierra hacia estos compañeros. La persecución y el dolor que causaban a estos seres santos y espirituales eran considerados por ellos como un medio de salvación, prosperidad y éxito eterno. ¿Ha presenciado el mundo, desde los días de Adán, tal tumulto, tan violenta conmoción? A pesar de toda la tortura que padecieron y las múltiples aflicciones que soportaron, se convirtieron en objeto de oprobio y execración general. Me parece que la paciencia sólo fue revelada en virtud de su fortaleza y la fidelidad misma fue engendrada sólo por sus hechos".
En uno de los períodos de grave prueba para Sus seguidores, Bahá'u'lláh testifica en una oración testifica acerca de ellos: "Tú sabes, oh mi Dios, que no se halla nadie sobre la faz de la tierra que Te recuerde, salvo ellos. Tú ves cómo los opresores entre Tus criaturas se han apoderado de ellos. Algunos, oh mi Dios, han derramado su sangre en Tu camino; otros han abandonado sus hogares... mientras que otros más han sido encarcelados y se hallan a merced de los obradores de iniquidad".
"¡Alabado seas, oh Tú que prestas oído a los suspiros de quienes se han librado de todo apego a alguien que no seas Tú y que escuchas la voz de la lamentación de quienes están completamente dedicados a Ti! Tú ves todo lo que les ha acontecido a manos de aquellas criaturas que han transgredido y se han revelado contra Ti. ¡Tu poder me atestigua, oh Tú que eres el Rey de los dominios de la justicia y el Gobernante de las ciudades de la misericordia! Las tribulaciones que han debido soportar son tales que ninguna pluma, en toda la creación, las puede calcular. Si alguien tratara de hacer mención de ellas, se hallaría incapaz de describirlas".
"Sin embargo, como estas tribulaciones fueron sufridas en Tu camino y por amor a Ti, quienes fueron afligidos por ellas Te dan gracias, en todas condiciones, diciendo: ¡Oh Tú que eres el Deleite de nuestros corazones y el objeto de nuestra adoración! Si las nubes de Tu decreto dejasen caer sobre nosotros los dardos de la aflicción, renunciaríamos, en nuestros amor a Ti, a ser impacientes. Te ofreceríamos alabanza y acción de gracias, pues hemos reconocido y estamos convencidos de que Tú has ordenado sólo lo que será mejor para nosotros. Si a veces nuestros cuerpos están agobiados por la aflicción, empero nuestras almas se regocijan con extraordinaria alegría. ¡Juramos por Tu poder, oh Tú que eres el Deseo de nuestros corazones y la Exaltación de nuestras almas! Toda aflicción que nos llega en nuestro amor a Ti es una muestra de Tu cariñosa misericordia; toda terrible prueba un signo de la brillantez de Tu luz; toda calamitosa tribulación un trago refrescante; todo trabajo agotador, un dichoso descanso; toda angustia una fuente de alegría".
"Quienquiera que sea impaciente, oh mi Señor, en las tribulaciones que le sobrevienen en Tu camino, no ha bebido de la copa de Tu amor ni ha gustado la dulzura de Tu recuerdo. Te imploro, por Aquel que es el Rey de todos los nombres y su Soberano, Quien es el Revelador de todos los atributos y su Creador, y por aquellos que se han remontado y se han acercado a Ti y han alzado el vuelo hasta la atmósfera de Tu presencia y han soportado la mortificación de las cadenas por Tu amor, que concedas que todo Tu pueblo sea bondadosamente ayudado para que reconozca a Aquel que es la Manifestación de Tu propio Ser, Quien, ha sido exiliado y reducido a prisión por cuanto llamó a la humanidad hacia Ti,".
"La benignidad de Tu misericordia, oh mi Señor, excede la furia de Tu ira y Tu gracia supera Tu justicia. Sostén, mediante Tus maravillosos favores y mercedes, las manos de Tus criaturas y no les permitas que sean separados de la gracia que Tú has ordenado ser el medio por el que ellos pueden reconocerte".
En innumerables oraciones Bahá'u'lláh pone en nuestros labios palabras que suplican fortaleza para los momentos de prueba, constancia en Su camino, consagración a Su Causa. "Haz que me cuente, oh mi Señor, entre quienes han sido tan conmovidos por las suaves fragancias que han sido esparcidas en Tus días, que han ofrendado su vida por Ti y han corrido al escenario de su muerte en su anhelo por contemplar Tu belleza y en sus ansias por alcanzar Tu presencia. Y si, en el camino, alguien les preguntase '¿Adónde vais?', dirían: '¡Hacia Dios, el que Todo lo Posee, el que Ayuda en el Peligro, Quien Subsiste por Sí Mismo!'".
ORACIÓN¡Gloria sea a Ti, oh mi Dios! Te ruego por Tu nombre, el Más Misericordioso, que protejas a Tus siervos y a Tus siervas cuando pasen por encima de ellos las tempestades de las aflicciones y los acosen Tus múltiples pruebas. Permíteles, oh mi Dios, buscar de tal manera refugio en la fortaleza de Tu amor y de Tu Revelación, que ni Tus adversarios ni los obradores de maldad entre Tus siervos, quienes han quebrantado Tu Convenio y Tu Testamento y con el mayor desdén se han apartado de la Aurora de Tu Esencia y del Revelador de Tu gloria, puedan triunfar sobre ellos.
Ellos mismos, oh mi Señor, han esperado a la puerta de Tu gracia. Ábrela ante sus rostros con las llaves de Tus muníficos favores. Potente eres Tú para hacer Tu voluntad y ordenar lo que deseas. Estos son, oh mi Señor, quienes han dirigido sus rostros hacia Ti y se han vuelto hacia Tu morada. Trátalos, por tanto, como conviene a Tu misericordia, que ha sobrepasado los mundos".
Muchos de nosotros, por naturaleza, no somos fuertes ni heroicos; podemos incluso ser débiles y tímidos. Para tales personas Bahá'u'lláh tiene muchas palabras de aliento y consuelo que fortificarán su constancia y el desarrollo de su capacidad para elevarse, con Su ayuda, a grandes alturas espirituales:
"...esparce, desde el cielo de Tu bondadoso afecto, la fragancia de la certeza sobre los necesitados entre Tus amados, en estos días en que las tempestades de las aflicciones los han rodeado por todos lados y los han atacado tan dolorosamente, en que las almas de los hombres han sido perturbadas y los cimientos de todos los seres han temblado por lo que les ha sido enviado desde el cielo de Tu irrevocable Propósito".
"Tú eres Aquel que convierte, por Su mandato, la humillación en gloria, la debilidad en fortaleza, la impotencia en poder, el temor en calma y la duda en certeza. No hay Dios sino Tú, el Poderoso, el Benéfico".
"Te imploro, oh mi Dios y mi Dueño, por Tu palabra mediante la cual aquellos que han creído en Tu unidad se han remontado hasta la atmósfera de Tu conocimiento y quienes están dedicados a Ti has ascendido al cielo de Tu unicidad, que inspires a Tus amados lo que asegure sus corazones en Tu Causa. Dótalos de tal constancia que nada en absoluto les impida volverse hacia Ti".
"Las virtudes y atributos pertenecientes a Dios son todos evidentes y están puestos de manifiesto, y han sido mencionados y descritos en todos los Libros celestiales. Entre ellos está la honradez, la veracidad, la pureza de corazón al comulgar con Dios, la tolerancia, la resignación, la gratitud en medio de la tribulación y la completa confianza en Él en todas las circunstancias. Éstas figuran, de acuerdo con la estimación de Dios, entre las más sublimes y loables de todas las acciones".
"Aquel que se entrega completamente a Dios, Dios ciertamente estará con Él; y aquel que pone toda su confianza en Dios, Dios verdaderamente, le protegerá de todo cuanto pueda dañarle y le resguardará de la maldad de todo tramador de mal".
"...permítenos ser los ayudantes de Su Causa y los que dispersan a sus adversarios. Potente eres Tú para hacer lo que Te place. ¡No hay Dios fuera de Ti, el Todopoderoso, el Todo Glorioso, Aquel cuya ayuda es pedida por todos los hombres!".
Sin embargo, a pesar de todas estas promesas, Bahá'u'lláh no ha descuidado el advertirnos de los peligros que hemos de afrontar dentro de nosotros mismos:
"Di: Oh pueblo de Bahá, cuidado con que los fuertes de la tierra os despojen de vuestra fuerza o que aquellos que gobiernan el mundo os llenen de temor. Poned vuestra confianza en Dios y dejad vuestros asuntos a Su cargo. Él verdaderamente os hará victoriosos mediante el poder de la verdad y Él verdaderamente es capaz de hacer Su voluntad y en Su puño sostiene las riendas de omnipotente poder. ¡Juro por Mi vida! Nada que no sea lo que les aproveche puede suceder a mis amados. Esto lo atestigua la Pluma de Dios, el Poderosísimo, el Todo Glorioso, el Más Amado. Que los acontecimientos del mundo no os apenen. ¡Juro por Dios! El mar del júbilo anhela alcanzar vuestra presencia, pues toda cosa buena ha sido creada para vosotros y os será revelada de acuerdo con las necesidades de los tiempos".
"Quien Me haya reconocido se levantará y Me servirá con tal determinación que los poderes de la tierra y del cielo no podrán desbaratar su propósito".
ORACIÓN¡Glorificado seas Tú, oh Señor, mi Dios! Todo hombre de discernimiento confiesa tu soberanía y tu dominio. Y todo ojo perspicaz percibe la grandeza de tu majestad y la fuerza compelente de tu poder. Los vientos de las pruebas son impotentes para impedir que aquellos que gozan de tu cercanía vuelvan sus rostros hacia el horizonte de tu gloria. Y las tempestades de las tribulaciones no podrán alejar ni impedir acercarse a tu corte a quienes acatan completamente tu voluntad.
Pienso que la lámpara de tu amor arde en sus corazones y la luz de tu ternura está encendida en sus pechos. Las adversidades son incapaces de alejarlos de tu Causa y las vicisitudes de la suerte jamás podrán desviarlos de tu agrado.
Te imploro, oh mi Dios, por ellos y por los suspiros que exhalan sus corazones en su separación de Ti, que los protejas del mal de tus adversarios y que alimentes sus almas con lo que Tú has ordenado para tus amados, a quienes no sobrevendrá temor ni dolor alguno.
ORACIÓN¡Oh Tú, cuyas pruebas son la curación para quienes están cerca de Ti, cuya espada es el deseo ardiente de todos los que te aman, cuyo dardo es el más caro deseo de los corazones que te anhelan, cuyo decreto es la única esperanza de quienes han reconocido tu verdad! Yo te imploro, por tu divina dulzura y por los resplandores de la gloria de tu rostro, que nos envíes desde tus aposentos de lo alto aquello que nos haga acercarnos a Ti. Haz, entonces, que nuestros pies sean firmes en tu Causa, oh mi Dios. Ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu conocimiento y alumbra nuestros pechos con el brillo de tus nombres.
* Volver a las Palabras Ocultas de la página 18 y leer nuevamente: "Amé tu creación, por eso te creé...", etc.
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